El concepto de duradero suele estar en conflicto con uno de los grandes principios de la moda: moverse de forma compulsiva entre tendencias y estilos. Normalmente, lo ecológico y el reciclaje se hacen por puro marketing, por que, no nos engañemos, la fugacidad de la tendencia es en si, antiecológica.
Pero, y si la moda sostenible en sí, se convierte en tendencia? Entonces genial, porque no contaminamos, no explotamos a niños y, además, nos permite seguir siendo consumistas.
Europa desecha cerca de seis millones de toneladas de textiles al año. Solo un 25% de esa ropa es reutilizada tras un proceso de reciclaje.
El discurso ecológico está cobrando cada vez más relevancia en la industria de la moda, ya sea por cubrir una demanda real, por cuestiones de imagen o por una combinación de ambos factores, en los últimos diez años se ha convertido en una tendencia cada vez más popular, y va en ascenso. Las grandes marcas lanzaron a principios de la década de 2010 programas de recogida y reciclaje de ropa donde en grandes plantas de reciclaje como la de Wolfen, en Alemania, cada día llegan a esta nave 350 toneladas de prendas procedentes de toda Europa, recogidas en contenedores o en tiendas.
El proceso de reciclaje es laborioso; tras separar una a una las prendas y seleccionar cuales pueden ser revendidas en el mercado ‘vintage’, los miles de toneladas de ropa usada se apretujan en contenedores para enviar a países de Europa del Este y África como mercado de segunda mano, o bien, para ir directamente a la trituradora.
Gracias a la tecnología, el tejido descompuesto y triturado vuelve a convertirse en un tejido reciclado y apto para volver a ser confeccionado en colecciones de tendencia ‘sostenible’. No nos engañemos, este proceso, por reciclado que sea, gasta cantidades astronómicas de recursos energéticos.